sábado, 24 de agosto de 2013

'El conejo blanco' novela de Nino Treusch

El argumento de la novela verlo en link
El conejo blanco

Sinopsis
Jan Tes es un hombre de éxito. Tiene por delante una carrera envidiable, su mujer, Julia, es perfecta y tiene dos niños preciosos. Pero pronto se verá obligado a tomar una decisión que lo cambiará todo para siempre.
Una multinacional de telefonía móvil contrata a Jan, y a los pocos días de empezar se convierte en el testigo accidental de unas declaraciones que no debería haber escuchado. Cuando la empresa le ordena desmantelar el centro de fabricación y desarrollo de móviles en Bangalore, India, Jan decide que ha llegado el momento de decir la verdad. Su conciencia ya no le permite callar los motivos que se esconden tras la operación y decide hacer público aquello que mucha gente ha temido desde los inicios de la telefonía móvil: los usuarios están expuestos a una radiación que puede resultar mortal.
Una información que la multinacional ha mantenido oculta y una decisión por la que pagará un altísimo precio. Pero si la verdad no sale a la luz miles de personas morirán o enfermarán gravemente. La cuenta atrás ha empezado.

El conejo blanco es un original, compulsivo y trepidante thriller acerca de un tema de gran actualidad que ha dado pie a muchas teorías: ¿Hasta qué punto pueden ser dañinos los teléfonos móviles? ¿Qué sabemos de las ondas que emiten? ¿Qué nos esconden las multinacionales?

Directe 4.0 - Entrevista Nino Treusch from antenes on Vimeo.

Sobre "El conejo blanco", de Nino Treush.

Editorial Planeta nos hace llegar la siguiente información acerca del libro "El conejo blanco".


¿Hasta qué punto pueden ser dañinos los teléfonos móviles? ¿Qué sabemos de las ondas que emiten? ¿Qué nos esconden las multinacionales? 

Un original, compulsivo y trepidante thriller que pone encima de la mesa un tema de actualidad: ¿es bueno o no el uso de los teléfonos móviles?

Jan Tes es un hombre de éxito. Tiene por delante una carrera envidiable, su mujer, Julia, es perfecta y tiene dos niños preciosos. Pero pronto se verá obligado a tomar una decisión que lo cambiará todo para siempre.

Una multinacional de telefonía móvil contrata a Jan, y a los pocos días de empezar se convierte en el testigo accidental de unas declaraciones que no debería haber escuchado. Cuando la empresa le ordena desmantelar el centro de fabricación y desarrollo de móviles en Bangalore, India, Jan decide que ha llegado el momento de decir la verdad. Su conciencia ya no le permite callar los motivos que se esconden tras la operación y decide hacer público aquello que mucha gente ha temido desde los inicios de la telefonía móvil: los usuarios están expuestos a una radiación que puede resultar mortal. Una información que la multinacional ha mantenido oculta y una decisión por la que pagará un altísimo precio. Pero si la verdad no sale a la luz miles de personas morirán o enfermarán gravemente. La cuenta atrás ha empezado.


DOSSIER DE PRENSA

Un thriller moderno, con muchas pinceladas cinematográficas, intrigante, valiente, que se lee de un tirón y que se fija en la cara oscura del aparato más popular y utilizado en el planeta: el móvil.

Todo comienza con un hombre agonizante al que han enterrado vivo. ¿Cómo ha llegado a esa situación? Un inicio trepidante para una novela en la que página a página va aumentando la tensión y el suspense, atrapando al lector hasta el final.

Jan Tes, el protagonista, “es un ejemplo del falaz sueño del capitalismo moderno (…). Tiene 37 años y el malestar creciente típico de quien ve que el tiempo pasa y los sueños se adentran en un túnel cada vez más estrecho”. Casado y con dos hijos, un día decide dejar el cómodo trabajo en un banco para dar un nuevo aire a su vida. Y tras un tiempo de reflexión y de búsqueda de un nuevo empleo, acepta el puesto que le ofrece una compañía internacional de telefonía móvil con sede en Múnich. Pero, “si hubiera sabido lo que le esperaba, habría aceptado el puesto de representante de productos de belleza que se anunciaba a media página en la edición del jueves del Corriere”.

En poco más de diez años, los móviles se han convertido en un objeto indispensable en nuestras vidas, para el trabajo y para el ocio. Ahora bien, Jan siempre se había cuestionado hasta qué punto pueden ser dañinos los teléfonos móviles. Con un desarrollo tan rápido, ¿qué se sabe realmente de las ondas que emiten? ¿El uso excesivo del teléfono móvil puede poner en peligro nuestra salud?

En su primera misión en la empresa, Jan debe acompañar a uno de los máximos directivos de la corporación, Karl Kruge a Bangalore, en la India, para cerrar la fábrica por motivos económicos y de productividad. Pero Karl Kruge no es un directivo cualquiera. “Hacía varios meses que no podía dormir bien. Tenía pesadillas tremendas. En el mundo todo iba de mal en peor, la economía, el clima y la contaminación, Israel y Palestina, Bagdad, Afganistán, políticos ineptos. Y la gente no sabía lo que sabía él, idiotas”.

En India, Jan Tes ha de negociar con el señor Moohindro, director de innovación tecnológica del centro de Bangalore. Antes de emprender este viaje, Tes escuchó en una reunión una frase que le intrigó sobremanera: “… Ahora que han comprendido que van a morir…” y que recuerda cuando Moohindro no acepta las explicaciones “oficiales” sobre el cierre de la fábrica. Moohindro sabe cuál es el motivo real del abandono de la empresa y emplaza a Tes a verse en la casa de su hija. Antes de ese encuentro, Moohindro muere en un accidente doméstico. Aún sabiendo que la cita no se va a producir, Tes acude a esa dirección y, haciéndose pasar por Krueger, el encargado de seguridad de la empresa, se lleva el ordenador de la hija de Moohindro, donde están todas las claves del cierre de esa fábrica en forma de archivos codificados. Tes intuye que detrás de los deficientes resultados económicos, hay una verdad mucho más terrorífica que tiene que ver con la salud de los usuarios de los teléfonos móviles.

De vuelta a Alemania, y enterados los máximos dirigentes de la empresa –Karl Kluge y el doctor Lee– del robo del ordenador de Moohindro, piden explicaciones a Krueger, que no sabe nada del caso, y al que advierten que, si no confiesa la verdad, no podrán protegerle. Pero, ¿de qué y de quién? Al salir de esa reunión, Krueger es atacado en plena calle.

En su segunda misión laboral, Tes viaja a Shanghai. Allí es agredido en lo que parece un atraco callejero, y muere. Cuando encuentran su cadáver, los investigadores certifican que ha sido enterrado vivo. Pero, ¿a quién le interesa que Jan Tes muera? ¿Por qué ha muerto Jan? ¿Qué esconde la empresa para la que trabajaba Jan Tes? Andreas Weber, investigador y amigo íntimo de Jan hará todo lo posible por dar respuesta a esas preguntas.

Dos muertes y una desaparición en el corto periodo de unos meses es demasiado para cualquier empresa. Y más para una que ha llevado a cabo un estudio sobre los efectos de uso de los teléfonos móviles, cuyos resultados interesan a las más altas esferas políticas y económicas del gobierno alemán, ya que, “si se demostrara que el uso del móvil es irreversiblemente nocivo a largo plazo, significaría que nos enfrentamos al riesgo de sufrir una pandemia (…). Esa investigación es la revelación de una catástrofe anunciada”.

El peso que los resultados de dicho estudio ejercen sobre la conciencia de Kluge y las amenazas a la seguridad de su familia son tan fuertes que decide acabar con su vida. También Andreas Weber siente de cerca las consecuencias fatales de conocer las conclusiones de un experimento aterrador: “Si una persona actualmente usa el teléfono una media de dos horas al día, y lo hace muchísima gente, puede formar parte del 97% de las personas que contraerán una neoplasia en un período de treinta y tres años suponiendo que mantenga constante el uso”. Sin embargo, lejos de intimidarse ante las amenazas y los ataques, piensa de qué forma podrá vengar a su amigo. Una venganza que tomará forma en una novela, tal vez tan poderosa y fascinante como esta.

Con un lenguaje sencillo, el autor demuestra sus amplios conocimientos sobre un sector que se ha desarrollado a una velocidad de vértigo. Una velocidad que ha contagiado al ritmo narrativo donde, como si de unas muñecas rusas se tratara, el lector viaja desde los despachos del poder en Europa a los centros de producción orientales, donde las condiciones laborales de los empleados no son tan importantes como la cuenta de resultados. Un viaje que servirá para descubrir que no siempre nos cuentan toda la verdad.

La prensa ha dicho:
“Nino Treusch es gerente de la industria de la telefonía y autor de un thriller moderno y valiente”. GENTLEMAN

“El conejo blanco parece que hubiera sido escrito para una película”. MAURETTE DE CAMPBELL. AGENCIA ANSA

“Un thriller con todo incluido”. MASSIMO SIDERI. IL CORRIERE DELLA SERA

“Con El conejo blanco, Treusch lanza un mensaje importante e invita al lector a reflexionar sobre el uso de los teléfonos móviles, que pueden minar la salud de quienes los utilizan y los que nos rodean”. STORIE DI LIBRI

“Un thriller bien hecho, que tiene mucho de autobiográfico”. FRANCESCO FORESTIERO. WWW.I-DOME.COM

“Novela de suspense, con una historia original y emocionante que mantiene pegado al lector. Un excelente debut narrativo”. GIOVANNI BASILE. SOLO LIBRI

“Treusch no es un científico, pero es un experto en los mecanismos que pueden ponerse en marcha si una investigación secreta se convierte en una bomba de relojería para la empresa”. MAURIZIO BONO. LA REPUBBLICA

“En su primera novela, Nino Treusch crea un thriller que te deja con la respiración contenida”. MANUELA CUADRADO.LIBRIBLOG.COM

“Una trama intrigante”. UNILIBRO

Sobre el autor: 


Nino Treusch nació en 1966 en Colonia (Alemania) y pasó parte de su infancia y adolescencia en Italia. Tras licenciarse en marketing, estuvo varios años en China. En 2002 volvió a Múnich para incorporarse a una importante multinacional de telefonía móvil y, desde entonces, trabaja en este sector. El conejo blanco es su primera novela.

"Los móviles del futuro podrían llevar el mensaje 'usarlo puede matar"

'El conejo blanco' es la primera novela de Nino Treusch, un thriller que aborda las consecuencias que las ondas electromagnéticas pueden tener para la salud 

Es una de las preguntas del millón y de momento ya les avanzo que no existe una respuesta contundente. ¿Son los móviles perjudiciales para la salud? Según varios estudios, una prolongada exposición a las radiaciones que emiten estos aparatos puede crear trastornos cerebrales, cataratas, Alzheimer o cáncer. Pero también es cierto que hay expertos y científicos de renombre que han descalificado estas investigaciones. Con este tema de actualidad de telón de fondo, Nino Treusch, que trabajó ocho años en una multinacional del sector, ha editado su primera novela, ‘El conejo blanco’, con la que abre un debate ético y moral sobre el uso de una determinada tecnología y los posibles peligros que encierra la utilización del móvil. La Organización Mundial de la Salud alertó el pasado mes de junio sobre el riesgo de desarrollar un tumor cerebral tras el uso “intenso y continuado del móvil”. El debate científico y social sigue más abierto que nunca, y ahora Treusch quiere con su libro debut lograr que la gente se haga preguntas para un problema que podría tener sus primeras consecuencias visibles en “diez o quince años”.

-Su novela empieza fuerte, con un hombre enterrado vivo a punto de morir, yo también lo haré. Directo. ¿Son los móviles dañinos para la salud?
-Empecé a escribir el libro a principios de 2004. Ese año publicaron una investigación sobre los efectos de las ondas electromagnéticas en células in vitro. Son unas 500 páginas y me tomé el tiempo de leérmelo. No soy médico, pero la última página en particular me parecía un poco preocupante. Tenía miedo y empecé a pensar. Piense además que en 2003 y 2004 el mercado de móviles no era tan grande como el de ahora. Así me llegó la idea de escribir sobre un concepto más ético que confrontase las problemáticas sobre cómo se puede comercializar una tecnología en la que hay dudas. Es el reflejo de cómo vivimos hoy en día, lo queremos todo rápido. Las cosas que necesitan de tiempo o de años parece que no interesan mucho a la gente.

-Si usted empezó a escribir sobre ello es porque no lo veía nada claro…
-Sí, pero siendo que consciente que cuando se escribe sobre algo así puede ser que con los años salgan otras investigaciones que te digan lo contrario, algo que sería muy bueno para nosotros en este caso. Me leí todas las investigaciones públicas que llegaron, que eran bastantes, y me pareció terrible todo lo que leí.

-¿Por qué?
-Todas acaban con la misma conclusión, que se necesitan más estudios. Cuando hablamos de algo dañino, no nos referimos a algo que pase mañana, o cada día. Es un efecto que de producirse, no tendríamos resultados hasta los próximos 10 o 15 años.

-Según estos estudios no quedaría mucho tiempo, quizás mientras algunos sigan estudiando podrían aparecer los primeros síntomas…
-Ese es el tema del libro, parte de un problema ético. En Estados Unidos los casos de medicinas que han sido más dañinas que las que han curado se han aumentado considerablemente. Es el mal de esta sociedad que busca la inmortalidad, ser todos guapos, fuertes, etc. Se están tomando cosas que antes necesitaban un poco más de tiempo para experimentar y validar.

-¿También pasa con los móviles?
-Piensa en la gente que telefonea una hora cada día. De aquí diez años, si siguen con esta media, habrán pasado un año entero ocho horas al día enganchados al móvil. Puede ser un efecto acumulativo que afecte a mucha gente.

-En España hay un refrán que dice, “cuando el río suena, es que agua lleva”…
-Este año la Organización Mundial de la Salud también se ha pronunciado en este sentido. Entiendo que al consumidor le cueste creerlo porque no hay nada cien por cien cierto, pero hoy en día tenemos muchos datos como para aconsejar ir con mucho más cuidado en el uso de estos móviles. Escribir esta novela es una manera de poner a todo el mundo en contacto con un problema que puede ser real. Hay mucho debate, con opiniones antagónicas, y esto tampoco ayuda.

-Usted ha trabajad en una multinacional del sector. ¿Las compañías de telefonía están financiando, es decir, pagando estudios que digan que los móviles no son nocivos?
-No, no creo que pase eso. La empresa donde trabajé es un poco el reflejo de este mundo. Ellos no son responsables, si no hay una ley que lo prohíba, no hacen nada mal, y así piensa mucha gente. Son otras las organizaciones que necesitan poner reglas. Y en cierto modo, lo hacen. Pero el problema es que hay dos problemas, que falta dinero y que en la mayoría de las investigaciones que se han hecho hasta ahora el dinero ha llegado de las compañías que hacen estos teléfonos. Pero sí que es cierto que si uno mira los gastos en marketing y en investigaciones verá que son dos mundos diferentes, y en un segundo tema es que no se invierte lo suficiente. Luego también está el tiempo que se necesita para confirmar si estos aparatos pueden ser dañinos o no, diez años son muchísimos.

-Se lo diré de otra forma. ¿Cuánto tiempo cree que tiene que pasar para que podamos calibrar si los móviles son o no nocivos para nuestra salud?
-Pienso que el mundo tiene bastantes problemas como para preocuparse ahora de ello, esta es la sensación que me transmiten. Necesitas primero que la comunidad científica unifique un método de investigación. Hay mucho debate sobre cuál es el mejor método para calibrar el efecto de estas ondas.

-Entiendo que en su opinión, y a pesar de que no hayan estudios que lo demuestren, es necesario que el consumidor adopte las máximas medidas posibles.
-Sí, creo que la gente está hoy más preocupada que en 2003 cuando salieron los primeros estudios. Se ha hablado mucho de este tema y no hay consenso, algo que no es bueno para un aparato que usan seis millones de personas y del que se venden 1,4 millones de unidades al año. Imaginarse hoy el mundo sin teléfonos móviles es imposible. Pero sí que podemos poner más atención en las llamadas que hacemos, muchas de ellas son inútiles. Cuando llamas por ejemplo para decir “estoy llegando”. Creo que cada uno puede hacer balance de su vida.

-¿Recomienda reducir el número de llamadas al día o restringir directamente el uso del móvil?
-Lo primero que recomiendo es que la gente use auriculares. Lo segundo es pensar un poco en qué tipo de comunicación es importante hacer. Esto no es solo aplicable al teléfono. Se transmite mucha información que no es importante.

-Los últimos estudios ponen el acento en que los niños son los que están más expuestos a estas ondas. Precisamente en un momento en que cada vez se tiene móvil a menos edad…
-Sí, en 2003 los niños no tenían teléfono, es por eso que ahora se habla más de este tema. Según los estudios, los niños son los que están expuestos a un riesgo mayor porque su cerebro es más vulnerable. Cada país está tratando el tema de manera diferente, en Inglaterra se habla mucho de prohibir el teléfono a los menores, por ejemplo. En los países del norte también está el debate.

-¿Prohibiría el uso del teléfono a los menores?
-Los menores pueden vivir sin móvil, se sabe siempre donde están y siempre van con alguien de más edad y que tiene teléfono. No creo que sea necesario si se tiene organización. Mi hija tiene siete años y yo también me planteo esta cuestión porque sé que algún día me lo preguntará, y espero que lo haga lo más tarde posible. Creo que esta novela puede servir también a la gente joven para que empiecen a cuestionarse cosas.

-Para que no acaben convertidos en conejos blancos…
-Sí, la idea es que el mundo no sea un conejo de laboratorio.

-No me ha contestado, ¿prohibiría el móvil a los menores?
-No creo que el móvil sea necesario para los menores de diez años. Hasta que no lleguen los resultados definitivos es importante tomar un poco de distancia.

-¿Con los imparables avances tecnológicos que hay hoy en día nos hemos convertido todos en conejos blancos sin saberlo?
-En estos últimos años he hablado con profesores, médicos, etc. Cuando se escribe sobre algo delicado uno tiene que hacerlo con el máximo rigor. He encontrado a mucha gente increíble, y son todos mucho más negativos que yo.

-Hágame autocrítica, que por algo ha escrito la novela. ¿Tienen las multinacionales de móviles que invertir mucho más en investigación de lo que se hace?
-Sí, pero no solo este sector, sino todos los sectores. Es la parte más difícil, porque significa pensar a largo plazo cuando seguro que hay otros problemas, es el ritmo de vida que llevamos hoy. A la gente le gusta la tecnología, cambiar cada dos o tres meses de aparato, tener lo último. Para mí la seguridad es tener la certeza de que sabes que no te hace daño, y eso no lo podemos asegurar. Hay gente que incluso lo ha comparado con el tabaco.

-El tabaco puede matar, eso sí es demostrable.
- Sí, pero para mí hay una diferencia, y es que es difícil vivir en una ciudad donde estamos rodeados de tecnología, también hay mucha gente que piensa que las antenas de los teléfonos móviles te pueden influenciar, pero si vives en una ciudad es imposible no estar cerca de alguna.

-¿Comparar el uso del móvil con el tabaco es alarmista?
-Pienso que hay muchas cosas similares, cuando hay debates así siempre se acaba “matando” al consumidor. Puede ser que algún día el teléfono lleve escrito el mensaje de “usarlo puede matar”. Y después el consumidor hará lo que quiera, es una de las maneras más simples para solucionar el problema.

-Algunos de los estudios no dudan en hacer una lista de las patologías que se pueden desarrollar a consecuencia del uso del móvil. Alzheimer, cataratas o cáncer son algunas de ellas. De momento la única enfermedad demostrable es la de la adicción al aparato. ¿Irá a más?
-Hay países donde existe más que en otros. El mundo ha cambiado mucho, antes los niños jugaban en la calle, ahora se pasan el día en casa conectados. Hay un estudio reciente de Harvard que dice que la gente es menos productiva cuánto más conectada está. Es importante que la tecnología no te cambie, el contacto humano sigue siendo el más importante. Hay mucha gente que es adicta a la tecnología y, personalmente, no entiendo porqué.

-No sé si a sus colegas de sector les ha hecho mucha gracia que debutara con una novela tan polémica para ellos…
-(Ríe). No, les ha gustado, pienso que no he escrito nada que no se puede mirar desde un prisma de investigación. La gente del sector que lo ha leído no tiene ninguna queja, entre otras cosas porque es un tema del que ya se hablaba antes, yo no he descubierto nada. La industria no es tonta, pero hasta que no haya una ley en este sentido ya te he dicho que no pueden hacer nada. Son pequeñas cositas las que se pueden hacer, como llevar un auricular.

-¿Nadie le ha acusado de alarmista?
-Hay gente que ha dicho que he escrito sobre este tema para incrementar las ventas. Simplemente es una novela. La gente que habla de alarmismo es la que quiere cerrar los ojos. Si vas a Google y pones la palabra teléfono móvil y cáncer verás que te llegan 20 millones de páginas. Es un tema que a la gente le toca de cerca pero que le gustaría tener un poco más de confianza, y eso es lo he querido reflejar en el libro.

-A día de hoy la seguridad total no existe.
-No, haciendo caso a las investigaciones o a lo que dice la OMS nadie puede estar tranquilo.

-Por cierto, ¿usted tiene móvil?
-Sí, pero siempre llevo auriculares y por la noche siempre lo apago. Teniendo línea fija es una tontería.

"No se olvide de apagar el wi-fi por la noche"


Agustín Bocos, abogado ambientalista

Pionero
Una exposición prolongada y continuada en el tiempo a las radiaciones que emite el wi-fi tiene efectos nocivos en la salud. En casi todos los colegios el acceso a internet se hace a través de wi-fi. Se estima que los niños están un mínimo de 6 horas al día expuestos a estas radiaciones, 132 horas al mes, 1.188 horas al año. La Organización para la Defensa de la Salud, la Fundación Vivo Sano y la Fundación para la Salud Geoambiental han lanzado una campaña nacional para retirar el wi-fi de los colegios. Bocos es uno de los pocos abogados especializados en contaminación electromagnética en España, fundador de Juristas Contra el Ruido y profesor de máster en Derecho Ambiental.

¿Por qué hay que retirar el wi-fi de los colegios?
Emiten radiaciones electromagnéticas a una potencia muy elevada; las consecuencias son nocivas para todos, pero en especial para los niños, más vulnerables porque están en pleno desarrollo.

Inglaterra, Francia y Suecia los están retirando.
Sí, de escuelas, museos, bibliotecas y lugares públicos. La tecnología inalámbrica no está revisada por sanidad ni por ningún organismo que nos pueda decir qué potencia emite y cómo se controla esa emisión.

¿Hay estudios?
Existe un informe de acceso público, Bioiniciative, que resume más de 2.000 estudios internacionales. En la resolución del Consejo de Europa de mayo se recogen las conclusiones de este informe: los estudios vinculan la exposición prolongada a radiaciones electromagnéticas con ciertos tumores.

Radiaciones malignas, pero necesarias.
Para conectarse existen otros sistemas que permiten disfrutar de internet a través de la red eléctrica.

¿Qué dice la OMS?
Ha clasificado oficialmente este tipo de radiaciones como posible cancerígeno.

Si sumamos las radiaciones de los wi-fi de un edificio, debemos estar todos fritos.
Mi consejo es utilizar cable. Ya hay estudios que relacionan la hiperactividad, las cefaleas y el mal dormir infantil con estas ondas. ¿Para qué correr riesgos, si existen tecnologías alternativas sin riesgo?

Es el progreso.
En todo caso, hay que apagarlo por la noche, es lo mínimo.

¿Qué le llevó a dedicarse a estos temas?
Hace doce años, junto a un refugio de perros y gatos, en medio del campo, instalaron una antena de telefonía móvil. Me llamaron porque los animales estaban muy nerviosos, se autolesionaban y querían escapar.

¿Ganó el caso?
Sí, no tenían ni permiso. El siguiente caso, hace diez años, fue el del colegio García Quintana de Valladolid, en el que estaba personalmente implicado.

¿Sus hijos?Sí. Hubo cinco casos de leucemia. Cerca del colegio había un edificio plagado de antenas de telefonía en la azotea. Presentamos un escrito al Ayuntamiento explicando que había estudios que vinculaban la leucemia infantil con la radiación electromagnética. Queríamos saber la potencia de esas antenas.

El alcalde debió de preocuparse.
Se negó a recibirnos, dijo que éramos "unos padres histéricos". Pusimos una querella criminal por una supuesta prevaricación y contra las operadoras por contaminación ambiental. Ganamos, pero una niña murió.

¿Ha ocurrido en otros colegios?
Ahora mismo en un colegio de Pinto, en Madrid, hay varios casos, y en el Dos Hermanas, en Sevilla, hay cuatro casos.

Mala solución tienen, si queremos hablar por teléfono.
Se están investigando tecnologías alternativas de telefonía móvil sin microondas en Japón y EE.UU. Mientras, hay que utilizar el móvil con cautela, con el altavoz o con aparatitos que evitan las radiaciones, porque si te lo pones en el cerebro eres tú la antena.

Empiezan a aparecer casos de hipersensibilidad a las ondas electromagnéticas.
Y ya hay una sentencia que concede una incapacidad por ello, la Seguridad Social va a pagar a esa persona una pensión de por vida. Es el primer caso, pero me temo que va a haber muchos más.

La potencia que emiten estos aparatos ¿está controlada?
España permite 400 microvatios por centímetro cuadrado. Castilla-La Mancha, 0,1 microvatios; Catalunya, 200. En Nueva Zelanda, el nivel permitido es de 0,01, y en Nueva Gales del Sur, Australia, 0,001. Es como decir que en un lugar se puede ir a 200 kilómetros por hora y en otro a 100.000.

¿Y no tienen problemas de cobertura?
No. Entonces, ¿por qué someter a la población a tanta potencia si no se necesita? La normativa española no protege en absoluto a los ciudadanos, los niveles son muy altos, y si quisiéramos saber qué cantidad de radiación estamos recibiendo, sólo lo conseguiríamos poniendo una denuncia.

Uf.
No existe un sistema de control permanente y fiable que permita a los ciudadanos saber en todo momento las radiaciones a las que están expuestos.

Sería necesario.
La contaminación electromagnética se está incrementando a pasos de gigante en muy poco tiempo y no sabemos qué va a pasar, probablemente lo sepamos cuando las consecuencias sean irreversibles. La propia UE está instando a los estados a que reduzcan los niveles. Hoy se estipula que por encima de 0,1 hay peligro de daño sobre la salud.

¿Alguna iniciativa ciudadana?
La Universidad Politécnica de Madrid ha ideado un sistema de control permanente y de acceso libre para todos los ciudadanos de Leganés a través de internet y de una pantalla gigante en el Ayuntamiento.

¿En qué punto está?
Las operadoras pusieron un recurso, y se dictaminó la suspensión cautelar. Yo defiendo a la federación de vecinos, y hemos recurrido. Esperemos que estos sistemas se generalicen, porque los ciudadanos tenemos derecho a saber.